Apuntes para la Participasión

Comunidad, Participación y Ciudadanía


Diez propuestas para debatir en las ONGD (ante la actual situación de crisis)

Por Jorge Castañeda Pastor

La crisis ha llegado con fuerza al mundo de la cooperación al desarrollo. Dicen que para quedarse, incluso algunos vaticinan que el modelo de cooperación que conocemos no volverá a ser el mismo.

De momento, a los recortes (o eliminaciones) de presupuestos de AOD en la cooperación descentralizada se ha unido recientemente otro tijeretazo del Gobierno al presupuesto del Ministerio de Asuntos Exteriores y Cooperación.

Parece, entonces, que las ONGD tendrán que cambiar para adaptarse a este nuevo escenario. A lo largo de los últimos meses he leído, oído y pensado varias propuestas de las que he seleccionado diez sobre las que propongo debatir:

Reorientar la actividad hacia campañas, incidencia política, sensibilización, Educación para el Desarrollo y movilización social

Buena parte de las injusticias que afectan al Sur se generan en el Norte. Conseguir cambios en políticas, comportamientos y actitudes en España puede tener un efecto mayor en países empobrecidos que algunas intervenciones de cooperación al desarrollo. Si a esto le sumamos que el coste de las acciones de sensibilización suele ser menor que muchos proyectos en el Sur, y que los recursos son cada vez más limitados, parece sensata una reorientación de la actividad -en el grado que cada organización considere más adecuado- para asegurar la continuidad en la lucha contra la pobreza.

Cambios a nivel interno

Vivimos en un mundo “líquido” que hace necesario adaptarse rápidamente a los cambios sociales, económicos, políticos e institucionales que van surgiendo. Los órganos de gobierno de las ONGD tienen que ser ágiles en la toma de decisiones, y el personal, tanto contratado como voluntario, tiene que ser capaz de trabajar en diferentes escenarios. Debemos ser capaces de alcanzar nuestros objetivos con presupuestos razonables, como hasta ahora, o con otros más modestos, supliendo la falta de fondos con otros recursos como la imaginación.

Muchos defienden que es necesario pasar de un modelo basado en proyectos a un modelo centrado en la base social. El reto estaría entonces en que “las organizaciones están llenas de personas que saben gestionarlos [los proyectos] (formulación y justificación de proyectos) mientras que adolecen de capacidades y competencias para conseguir la necesaria complicidad e implicación de la ciudadanía en las organizaciones”, como indicaba recientemente el Observatorio del Tercer Sector.

Más y mejor voluntariado

¡Ojo! El objetivo nunca debería ser potenciar el voluntariado para cubrir los puestos técnicos que se pierdan por falta de recursos.

Más y mejor voluntariado, significa más personas implicadas, no solo en la ejecución de tareas sino en procesos de construcción de ciudadanía global. El voluntariado tiene que ser una vía para adquirir conocimientos, habilidades y herramientas que permitan contribuir a luchar contra la pobreza desde y más allá de las organizaciones; en el día a día, como consumidores, padres y madres, votantes, ahorradores, profesionales, estudiantes, etc.

Más socios y socias. Nuevas formas de colaboración económica

Si hay menos subvenciones no queda más alternativa que pensar en más socios y socias para asegurar cierto nivel de actividad, aunque no sólo por una cuestión económica, sino como parte de una estrategia de construcción de ciudadanía activa que actúe y legitime las posibles acciones de incidencia que se vayan a poner en marcha.

Habría que valorar si a largo plazo las opciones rápidas, de captación agresivas, mercantilizadas, que sólo consiguen “socios de recibo mensual”, poco concienciados y con escasa implicación, son las más aconsejables.

Deben explorarse y potenciarse nuevas formas de captación de recursos como el crowfunding (incluso algunos hablan de friendfunding).

Cambiar de un enfoque de espacios de colaboración parcelados a una visión de colaboración general

No parece razonable tratar a las personas que están cerca de nuestras organizaciones de manera diferente en función de si son socios, voluntarias, activistas, compradores de merchandising o comercio justo,… Deberían buscarse estrategias de acercamiento más integrales, con enfoque de ciudadanía: súmate a nuestra organización que tiene una misión X, que puedes apoyar de Y maneras, todas son importantes, todas son necesarias, tú eliges cuál o cuáles de ellas quieres poner en marcha en función de tu momento vital, situación personal y económica.

En este caso, el concepto de base social tendría que ampliarse a personas como los activistas, ciberactivistas, difusores, seguidores en redes sociales,… que quizá tengan un compromiso con la organización más difuso e intermitente pero que son y serán imprescindibles.

Recuperar el espíritu asociativo

Hay que potenciar la implicación de los socios y socias, hacerles partícipes de la vida de las organizaciones, no sólo pensar en ellos como fuente de recursos económicos. Las asambleas (para el caso de las asociaciones) deben ser espacios de participación y de toma de decisiones reales. Hay que hablar con ellos, preguntarles qué creen que pueden hacer para contribuir a los objetivos de la organización, para mejorarla, darles espacios para que pregunten, cuestionen, critiquen, etc. Hacer de la pertenencia a las organizaciones un modo de vida diferente, alternativo, no un recibo más en sus cuentas corrientes.

Más diálogo

Conscientemente utilizo la palabra diálogo. No más comunicación, sino más y mejor diálogo. El tiempo de la comunicación unidireccional ha terminado. Hay que hablar con la gente. Y para ello las redes sociales son imprescindibles.

Por sí mismas las redes no garantizan el diálogo, ni siquiera cuando el discurso teórico es el de la participación. Utilizarlas como un canal adicional en el que se transmiten noticias como si de una página web se tratara no sirve. Hay que pensar en ellas como herramientas para conversar y para fomentar que nuestros “seguidores” se impliquen, interactúen. La web 2.0 no es una tecnología, es una actitud.

A nivel de gestión, coincido con Jaume Albaigés: “las redes son una oportunidad para la descentralización, para el empoderamiento de la periferia, de la base social en sentido amplio. Todas las personas (que lo deseen) deben (poder) ser voz de la organización. ¿Qué le queda a la entidad, pues? Como bien dice Cortés, la responsabilidad de formar adecuadamente a todo el mundo -no sólo al equipo técnico- en el conocimiento y el buen uso de estas herramientas”.

Reforzar la presencia territorial

Si las ONGD quieren contar con el respaldo de una base social amplia, tendrán que ir a buscarla, y no sólo en Internet. Hay que acercarse también “físicamente” al mayor número de personas posible y eso pasa por ampliar la presencia territorial, por llegar al mayor número de autonomías, provincias y localidades, haciendo un mayor hincapié en el trabajo en el ámbito rural, poco explorado hasta el momento.

Flexibilizar los espacios de participación

Habría que pensar si es razonable el modelo en el que todas las acciones (a las de sensibilización me refiero) las ejecutan los equipos de las organizaciones -personal contratado y voluntariado- porque se limita el impacto de lo que se hace. Las ONGD deberían atreverse a abrir la participación a otros. Podría optarse por lanzar campañas que ofrezcan herramientas para que otros hagan, para que otros sean agentes de cambio. Es necesario perder el “miedo” a que personas que no conocemos lancen nuestros mensajes, incluso cuando no sean perfectos, exactos. En este sentido podemos aprender de los grupos de acción de algunas organizaciones, especialmente  británicas.

El papel de las empresas

Cada vez tienen más protagonismo en el mundo de la cooperación. En ocasiones serán objeto de denuncias,  otras veces una fuente de ingresos o de horas de trabajo a través del voluntariado corporativo u otro tipo de colaboraciones. En cualquier caso, parece que han llegado al mundo de la cooperación para quedarse, por lo que parece inevitable tenerlas en cuenta. Cada organización que decida el  modelo de relación con la empresa que crea que es el mejor para contribuir al desarrollo.

Desde mi punto de vista, un terreno poco explorado por las ONGD, y que puede tener un impacto importante a todos los niveles, es el fomento de grupos de trabajadores activos que organicen acciones de sensibilización dirigidas a sus compañeros y compañeras dentro de las propias empresas.

Jorge Castañeda Pastor
(Publicado originalmente en «Development needs citizens«)



4 respuestas a “Diez propuestas para debatir en las ONGD (ante la actual situación de crisis)”

  1. […] Sigue leyendo la noticia del Blog de Participasión en Diez propuestas para debatir en las ONGD (ante la actual situación de crisis) […]

  2. Muchas gracias por publicar este post en vuestro blog. Me interesan mucho vuestros comentarios, para debatir. Además, podemos conversar de este tema en el blog http://developmentneedscitizens.wordpress.com/ y a través de Twitter: @jcponline

  3. Muy buen post. Estoy de acuerdo en muchos de los puntos, especialmente en el de los socios de recibo mensual. Hace no mucho escribí un post parecido en mi blog, y creo que coinciden muchos de los puntos. Dejo el enlace por si es de tu interés. Un saludo.

    http://anouarmarrero.wordpress.com/2011/08/12/el-futuro-de-las-ongd-activismo-social-y-politico/

  4. […] OS adjuntamos un interesante artículo que exploara diferentes propuestas en torno al papel de las ONGDs en estos tiempos de crisis. Hay propuestas muy intersantes de cara a repensar la intervención social y analizar cómo nos colocamos en estos tiempos “líquidos” de cambio e incertidumbre. Este es el link https://participasion.wordpress.com/2012/02/16/diez-propuestas-para-debatir-en-las-ongd-ante-la-actua… […]

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